Recursos de la neurociencia para volver al eje

Por Delfina de Achával

| 18/12/2023 |

¿Alguna vez escuchaste hablar del nervio vago? Es el nervio más largo del cuerpo y controla e intercambia señales con todos nuestros órganos. Coordina procesos como la respiración, la regulación del ritmo cardíaco y la inflamación. Y algo fundamental: ayuda a REGULAR LAS EMOCIONES liberando hormonas como las endorfinas, la oxitocina y la dopamina.

Cuando el nervio vago funciona bien, tiene un papel clave en nuestra salud, porque nos ayuda a mantenernos serenos en momentos difíciles o situaciones de estrés. El problema es cuando se desregula. Entonces llegan los dolores de cabeza, el cansancio, la ansiedad e incluso las enfermedades autoinmunes.

Hay tres reacciones vagales: el vago VENTRAL, el SIMPÁTICO y el vago DORSAL.

Cuando estamos en el estado de vago VENTRAL, somos seguros y sociables. Vemos el mundo como un lugar acogedor, cálido y lleno de oportunidades.

Cuando entramos en el estado SIMPÁTICO, estamos reaccionando frente a una situación de estrés. Nos sentimos confundidos, abrumados, enojados. El mundo nos parece hostil y podemos elegir luchar, huir o paralizarnos.

Y cuando estamos en el estado DORSAL vagal, el colapso es total. Nos sentimos perdidos, solos, impotentes. Creemos que el mundo no nos quiere y nos parece un lugar inhabitable.

No siempre es posible mantenernos en el primer estado, y a veces recorremos todos en un mismo día. Lo bueno es que contamos con herramientas para volver al vago ventral cada vez que nos perdemos. Un abrazo de un amigo, una llamada a tu pareja para decirle solo “te quiero” o “gracias”, una meditación guiada o un rato de descanso con tu serie favorita o en la naturaleza. Todo esto ayuda a volver al eje.

Te propongo que empieces a tomar nota de esas herramientas que te ayudan a sentirte mejor. Por más chiquititas y mundanas que sean. Y la próxima vez que te sientas cayendo por la escalera del nervio vago, recurras a alguna de ellas para mantenerte en lo más alto del semáforo. Dicen que la fortaleza no está en no tropezar, sino en saber levantarse. 

Después de muchos años de estudiar la mente humana integrando la ciencia occidental con la filosofía oriental, sentí una profunda necesidad de compartir mi mirada del mundo y reivindicar el poder de lo simple, chiquito y cotidiano para nuestro bienestar.

Quiero invitarlos a recorrer este espacio juntos, y así incorporar recursos y herramientas hacia una vida más alegre, liviana, y amable, en dónde honremos el vínculo con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

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