Diálogo maldito 1: Modo: LUCHA – LUCHA

Por Delfina de Achával

| 21/08/2023 |

¿Quién tiene la culpa?

Mensaje de Whatsapp: Hola, quería avisarte que no voy a llegar a la reunión de padres de esta tarde. Se me complicó. 

Respuesta: ¿Me estás cargando? ¡Te avisé hace dos semanas que la pusieras en agenda! Ya hablamos de que estos eventos tienen que ser prioridad, pero se ve que mucho no te importa. Ok, voy por mi cuenta. 

3 horas más tarde, en la casa familiar:  

Ella: Ah, ya llegaste. Tan tarde no fue, podrías haber ido a la reunión… 

Él: ¿Cuál es el problema si te avisé a tiempo que no podía? ¿Qué más me vas a reclamar ahora?

Ella: Es que resulta que siempre me esfuerzo mucho más que vos en estar presente en estas cosas… 

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¿Qué estamos viendo en este diálogo? El primero de los mecanismos de defensa del ser humano: LUCHA – LUCHA. 

Esto se da cuando ambos miembros de la pareja se sienten amenazados y se encuentran en una constante lucha de poder. Se encuentran en el ring de boxeo desde el patrón LUCHA-LUCHA, con el instinto más primario de autoprotección, escalando negativamente en un circuito vicioso sin salida.

Si lo pensáramos como una danza, toda nuestra atención está en ver minuciosamente cuándo fue el instante en que el otro se equivocó el paso, “pisó el palito” y nos lastimó el pie. Es decir, nos ponemos en modo víctima, y el/la otro/a en general es hostil y/o inmaduro/a.

La clave de la salida de este ring de boxeo es poder entender que en realidad no existe necesariamente un culpable. El villano de esta película no es el otro, sino el propio círculo vicioso que se fue generando; y sus víctimas son ambos miembros de la pareja. 

En mi experiencia, cuando las parejas están en plena lucha libre y se dan cuenta de que el verdadero enemigo es el patrón ataque-ataque, y no la otra persona, pueden aliarse y reflexionar juntos sobre cómo hacerle frente y desactivarlo. 

¿Te suele pasar con tu pareja?

Después de muchos años de estudiar la mente humana integrando la ciencia occidental con la filosofía oriental, sentí una profunda necesidad de compartir mi mirada del mundo y reivindicar el poder de lo simple, chiquito y cotidiano para nuestro bienestar.

Quiero invitarlos a recorrer este espacio juntos, y así incorporar recursos y herramientas hacia una vida más alegre, liviana, y amable, en dónde honremos el vínculo con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

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