Aprender a pedir: un acto de vulnerabilidad (y fortaleza)

Por Delfina de Achával

| 02/02/2024 |

Sabemos que la pasión, el flechazo y las chispas en una pareja a todos nos atrae. Pero hoy vengo a contarte que eso es tan solo una parte, bastante fugaz, de una relación de pareja.

Cuando conocemos a alguien, los primeros meses, siempre aparece esa época efervescente que de solo recordarla nos devuelve por un rato la adrenalina al cuerpo.

Y aunque esa etapa es bien real, la mayor verdad viene después. Llega con los años juntos, la cotidianeidad, los madrugones para trabajar o los fines de semana eternos cuidando y entreteniendo chicos cual agencia de turismo.

Y también con el cómo mantener el amor en el día a día, y cómo se manifiesta en las pequeñas cosas. En esa manta que te tapa cuando te quedaste dormida en el sillón o esa mermelada especial que compró el otro en el supermercado porque sabe que es la que te gusta. Hasta en ese gesto de esperar para ver juntos la serie que disfrutan. Visto desde afuera, ese amor puede parecer “aburrido” y hasta poco cool. Y, sin embargo, es la clave para que el buen amor se mantenga en el tiempo.

Ahora, yo me pregunto…¿sabemos pedir al otro lo que necesitamos?. Si el/la otra no lo hace, ¿nos animamos a pedirle de forma amable esos pequeños detalles que nos cambian el día?

No hay duda de que cuesta. Es un acto de vulnerabilidad empezar a pedir lo que nos hace bien, por más chiquito y cotidiano que sea. Y el otro a veces lo toma y empieza a cambiar, y a veces no entiende lo que pedimos, se enoja y ofusca, cree que no es reconocido por lo que sí hace.

STOP. No nos enmarañenos con la mente. Nada de “es que esas cosas no se piden, ya lo tiene que saber”. No. Nadie tiene la bola de cristal. Hay que aprender a expresar y pedir lo que necesitamos. Sin exigir. Pedir es simplemente pedir. Y se puede hacer de forma amable y constructiva. No hacen falta grandes gestos románticos cuando el otro te busca cada noche para darte un beso antes de dormir.

Necesitamos las chispas para comenzar la relación, como cuando encendemos un fuego, pero después si no lo mantenemos, sabemos que se puede apagar. Por eso tal vez es mejor un fuego manso y estable, que uno con fuertes chispazos pero que se apaga rápidamente.

¿Qué les parece? Qué le piden o pedirían a su pareja, chiquito y cotidiano, que los hace un poco más felices. Yo arranco. Que me traigan una taza de café en la cama para arrancar el día para mi es un GRAN acto de amor. Idem en una salida o fiesta. Que me traigan mi bebida sin preguntarme si quiero, o sin tener que pedirlo, es TODO. ¿Se animan?

Después de muchos años de estudiar la mente humana integrando la ciencia occidental con la filosofía oriental, sentí una profunda necesidad de compartir mi mirada del mundo y reivindicar el poder de lo simple, chiquito y cotidiano para nuestro bienestar.

Quiero invitarlos a recorrer este espacio juntos, y así incorporar recursos y herramientas hacia una vida más alegre, liviana, y amable, en dónde honremos el vínculo con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

Estas reflexiones también te pueden interesar: