Siempre me gustó la idea de mirar el mundo con los ojos de una niña, de no dar las cosas (o personas) por sentado y mantener una mirada fresca, una que siempre pueda sorprenderse, incluso con lo más cotidiano. Pero hasta que no cayó en mis manos el libro “El poder del asombro”, de @koan.libros, nunca supe del poder curativo de esta sensación. Por eso, me parece un tema perfecto para honrar el Día Mundial de la Salud, que se celebra hoy, 7 de abril.

Dicen las autoras, @storycoachen y @sarahammarkrantz, que la experiencia de maravillarse sucede de muchas formas: con una puesta de sol, cuando nos fascina la capacidad del ser humano en sus múltiples formas. Es escuchar una melodía que nos eleva a grandes alturas, sentirse parte de una multitud en un concierto o asistir a la graduación de un hijo. Es ver lo grande, pero también lo pequeño; lo imposible y también lo cotidiano.

Y aunque lo experimentamos todos, no es tan común hablar de sus beneficios. Porque los tiene, y muchos, tanto físicos como psíquicos. Las personas que experimentan el asombro son más sanas, menos estresadas, más presentes, más inteligentes, más creativas, menos egoístas, más amables, más generosas. Deslizá que te cuento mejor.