¿Escuchaste hablar del mundo VICA?
Es aquel en el que vivimos: uno Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo. Uno que nos tiene ansiosos, con vértigo, corriendo de acá para allá y a veces (muchas) sin saber bien por qué.
Y sí, es abrumador. Pero también es un gran desafío, y por ende una oportunidad. ¿De qué? De hacer una pausa y recalcular cómo queremos vivir. Si algo nos dejó la pandemia, fue la sabiduría de que la vida es una y depende de nosotros disfrutarla y aprovecharla a diario.
La mayoría entendió que es necesario volver a lo simple. A recuperar hábitos saludables con los que sentirnos sanos, en eje, en equilibrio con nuestra vida. Y a que estos funcionen como un ancla en tiempos de tormenta.
Podríamos englobar estos hábitos en 7 fuentes de bienestar. El gran desafío es intentar que en nuestro día (idealmente) o en la semana haya actividades de cada una de estas llaves. Y no importa la cantidad ni el tiempo dedicado en un principio, sino la variedad.
Te las comparto en este carrusel y te propongo que, en este marzo que muchas veces funciona como inicio oficial del año, empieces a planear cuáles vas a aplicar.
- Actividad física. Ponerse en movimiento es fundamental para el bienestar físico, pero también mental y emocional. Porque liberamos endorfinas, las hormonas de la alegría, que ayudan a relajarnos, reducen el estrés y la ansiedad y mejoran el estado de ánimo.
- Buen descanso. Algunos de los procesos más importantes de nuestra salud suceden mientras dormimos. La memoria mejora, el sistema inmune se fortalece, la presión sanguínea baja, la inflamación se reduce, la concentración y capacidad mental mejoran y se recupera la energía.
- Nutrición consciente. No se trata solo de lo que comemos sino de cómo lo hacemos. ¿Comemos por hambre física o emocional? Es importante elegir nuestros alimentos desde la conciencia y no desde la impulsividad. Solo así podrán nutrirnos en cuerpo y alma.
- Juego y humor. ¿Hace cuánto que no jugás? Es fundamental desarrollar una actitud lúdica en la vida, y empezar a decir que sí incluso a cosas que nos dan miedo o vergüenza. Un enfoque lúdico nos desestructura y vuelve más flexibles cerebralmente.
- Momentos de pausa. Nos cuesta frenar, porque estar siempre ocupados está “bien visto” y parece sinónimo de productividad. Pero la verdad es que un cerebro relajado es un cerebro creativo. Así que mejor volvamos a honrar las siestas, los silencios, los instantes solo habitados por el fluir sin más propósito que estar ahí.
- Mindfulness. Estar presentes tiene un enorme poder. La meditación y la contemplación de nuestros pensamientos ayudan a reducir el estrés, mejorar la concentración e incrementar nuestro bienestar emocional.
- Conexión y emociones. Mantener una vida social activa nos permite sentir que tenemos sentido y propósito. Los otros nos brindan apoyo, contención y seguridad, beneficiando nuestro equilibrio emocional. De hecho, ¡está comprobado que aquellos con lazos sociales firmes son más longevos!