PARTE 1
El otro día leyendo un libro tuve esos instantes ¡AHA! Estaba con material para la creación de mi próximo curso, “El camino hacia una vida auténtica”, que comienza en noviembre (info. por DM), y pude ver luz en un GRAN aspecto que no había asociado nunca a la falta de ser GENUINOS: la imperiosa, y muchas veces limitante, necesidad crónica de complacer a los demás.
Empecé a investigar por qué me resonaba tanto, no sólo a nivel personal, sino también en mis pacientes. Y noté que existe una fuerte tendencia en mis consultas, sin importar edad ni género, al sufrimiento que implica “complacer” a cualquier precio: hacer lo imposible por ser simpático/a y complaciente, decir “sí” aunque no quisieran, procurar anticiparnos a lo que los demás esperan de nosotros.
Revisando mi historia personal me di cuenta de que yo siempre había sido “la chica buena”: buena alumna, una hija que no generaba mayores problemas, amiga empática, voluntaria en diferentes instituciones. Pero entre mis 20 y mis 30 me encontré en un punto de inflexión. Detrás de todo eso “bien hecho” había una profunda sensación de INFELICIDAD. Nunca me consideraba lo “suficientemente buena” aunque recibiera halagos por mis méritos, y por mucho que me “esforzara” en ser buena, agradable y servicial. Mi mente se atormentaba de constante autocrítica, aspirando siempre a una perfección en la que me quedaba corta, y me frustraba.
Se preguntarán ¿Cómo hiciste para dejar de sentirte así? Hoy les comparto cuál fue MI camino. Yo siento que mi salvación (lo digo en chiste, pero si lo pienso, es bastante literal) a esa sensación fueron Mindfulness y Psicoterapia.
Con la práctica de Mindfulness pude comprobar que podía prestar atención a mi experiencia sin que me llevara puesta, y liberarme poco a poco de la autocrítica, siendo más amorosa conmigo misma. No fue fácil. Pero poco a poco me di cuenta de que los juicios que me limitaban eran cada vez más suaves. Y también, combinada con una buena dosis de prácticas que cultiven emociones agradables, como el amor bondadoso y la autocompasión, me llevaron a un paisaje en mi mundo interior, con más amorosidad.