LOS DISFRACES DE LA DEPRESIÓN

Por Delfina de Achával

| 19/09/2025 |

Es un error común. Se suele imaginar la depresión como algo evidente: alguien que no puede salir de la cama, que llora todo el tiempo, que se muestra apagado. Y a veces es así. Pero muchas otras, no.

La depresión también puede camuflarse. Disfrazarse de mal humor constante, de distancia emocional, de desgano o de insomnio. Y cuando no la reconocemos, no solo se vuelve más difícil pedir ayuda, también puede volverse más profunda y hasta riesgosa.

Algunas de sus formas disfrazadas son tan comunes y socialmente aceptadas que incluso pueden pasar por rasgos de personalidad. Por eso, empezar a identificarla es un acto de salud mental, autoconocimiento y cuidado.

Algunos de los disfraces:

  • Se disfraza de irritabilidad: Saltamos por cualquier cosa, todo nos molesta. No entendemos por qué estamos tan a la defensiva. Y por dentro, nos sentimos solos y vacíos.
  • Se disfraza de desconexión emocional: Nos alejamos de quienes queremos, no sentimos entusiasmo por nada. Respondemos en automático, como si estuviéramos lejos de todo.
  • Se disfraza de insomnio (o de dormir mucho): Dormimos todo el día o no pegamos un ojo en toda la noche. El cuerpo está cansado, pero la mente no para. O son ambos: la mente está nublada y el cuerpo tampoco se quiere levantar.
  • Se disfraza de cambios en el apetito: Hay días en los que no comemos nada, y otros en los que no podemos parar. Y en ninguno encontramos consuelo.
  • Se disfraza de falta de motivación: Tareas simples se sienten imposibles. Nos cuesta empezar, nos cuesta sostener. Y nos cuesta explicarlo.
  • Se disfraza de sentirnos una carga para todos: Aunque nos digan que no, creemos que molestamos a los demás. No podemos evitarlo, nos sentimos de más en cualquier situación familiar. 

La depresión no siempre grita. A veces apenas susurra. Por eso, escuchar esos susurros puede ser el primer paso para pedir ayuda.

Después de muchos años de estudiar la mente humana integrando la ciencia occidental con la filosofía oriental, sentí una profunda necesidad de compartir mi mirada del mundo y reivindicar el poder de lo simple, chiquito y cotidiano para nuestro bienestar.

Quiero invitarlos a recorrer este espacio juntos, y así incorporar recursos y herramientas hacia una vida más alegre, liviana, y amable, en dónde honremos el vínculo con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

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