Comer de parados en la cocina. Terminar lo que tenemos en el plato sin saber si teníamos hambre. Picar mientras resolvemos mails. Abrir la heladera sin pensar, solo por ansiedad.
¿Te suena alguna de estas situaciones?
No estás solo, no estás sola.
Dice @nodieta_katz que “el 80% de las mujeres come por ansiedad” (y en los varones, ese número ronda el 60%). Muchas veces, frente a una emoción, no necesitamos comida: necesitamos calmar algo de otro modo.
Esta nota no habla de dietas ni de reglas. Habla de una forma más presente, amorosa y conectada de vincularnos con la comida.
¿Qué es el mindful eating?
Antes de entenderlo, necesitamos hablar de algo clave: el hambre emocional. Ese impulso de comer que no nace del cuerpo, sino de una necesidad de consuelo.
Tristeza, ansiedad, soledad, cansancio… Lo llamamos “antojo”, pero muchas veces se trata de una emoción no escuchada.
El primer paso es pausar
Comer con conciencia no es hacerlo de forma perfecta.
Es frenar, aunque sea unos segundos.
Es preguntarte antes de abrir la heladera o servirte el primer bocado:
- ¿Tengo hambre de verdad?
- ¿O estoy tratando de tapar algo?
- ¿Cómo me siento?
- ¿Qué estoy necesitando realmente?
¿Cómo se ve comer con conciencia?
- Comer sin pantallas de por medio
- Masticar más lento, observando cómo te sentís
- Reconectar con tu cuerpo y tus sentidos
- Elegir otras formas de calmarte: hacer deporte si estás inquietx, darte una ducha, descansar
- Tratarte con más suavidad
No se trata de fuerza de voluntad.
Se trata de presencia.
De escucharte para entender qué necesitás, en lugar de tapar esa búsqueda con comida.
Quizás se trate de comer menos…
Pero sobre todo, de escucharte más.