Ansiedad, estrés, mal descanso y pocas horas de sueño: son problemas cada vez más frecuentes, y muchas veces tienen un origen común. El exceso de horas frente a pantallas y el consumo constante de información.
Una propuesta que puede ayudar es un desafío que aprendí de Julia Cameron en su libro El camino del artista: probar pasar un día, medio día o un fin de semana sin consumir contenido audiovisual. Tal vez parezca mucho, pero incluso unos momentos de desconexión permiten estar más presentes en el entorno real y cotidiano.
Eliminar completamente la tecnología de nuestra vida es imposible, pero generar pequeñas pausas nos ayuda a escuchar nuestra propia voz, reconocer nuestro sentir y conectar con lo que realmente queremos hacer.
Personalmente, lo probé en febrero durante un bloqueo creativo y el resultado fue sorprendente: la mente se aclara, aparecen nuevas ideas y sentimos más calma. Incorporar momentos de desconexión puede ser una herramienta poderosa para cuidar nuestra salud mental y creatividad.