Tenemos cada vez más recursos para nuestro autoconocimiento y desarrollo personal. Constelaciones familiares, biodescodificación emocional, registros akáshicos, tarot: seguro conocés a alguien que hizo algo de esto. Y tal vez también algo de psicoterapia, coaching o mindfulness.
La intención de bucear en uno mismo es muy valorable. Pero en esta sociedad tan veloz, podemos caer en el “shopping espiritual”: ir saltando de una práctica a otra, sin comprometernos ni darle tiempo al proceso, casi en búsqueda de “la” solución mágica.
A medida que me vuelvo más “madura”, más me convenzo de que las soluciones mágicas NO EXISTEN. Y cada día abrazo más los procesos y la belleza en aquellos caminos sinuosos llenos de obstáculos, sin una salida rápida. Creo que lo único que da resultados es reconocer que algo no está bien, conectar con nuestra vulnerabilidad y la posibilidad de pedir ayuda, elegir a la persona o disciplina correcta y entregarnos al proceso.
En el libro “Genki”, @nicolaschauvat comparte 10 reglas de oro de los japoneses, y la 6 es perseverar. Exactamente lo que hay que hacer con toda búsqueda personal. Chauvat relata un proverbio sobre pasar tres años con una piedra. En la naturaleza, las piedras son frías, siempre a la intemperie y a merced del clima. Pero si las sostenemos en nuestra mano el tiempo suficiente, se calientan.
Algo similar sucede con las prácticas de bienestar. Al inicio nos pueden costar, hasta podemos pensar que no son para nosotros. Pero si persistimos y toleramos esa incomodidad inicial, empezamos a familiarizarnos, a dominar la técnica y ver sus beneficios. La piedra, firme en nuestra mano, se calienta de a poco. Con paciencia y amabilidad. Con entrega, flexibilidad y confianza.
Si nos pasamos la vida saltando de una a otra práctica, estaremos condenados a las piedras más frías, y no llegaremos al verdadero cambio. La incomodidad es real, pero también pasajera. Es cuestión de sostener la piedra y quedarse, con compromiso y perseverancia. ¿Te animás?