Dar sentido y propósito a nuestra vida nos libera del estrés. Hoy quiero compartir con ustedes algunas reflexiones de trabajos científicos sobre la evidente relación entre la salud física y mental, y la existencia de un sentido de propósito en la vida.
Si bien nada de esto es novedoso, hoy, gracias a la Neurociencia, tenemos datos más certeros de por dónde va la cosa.
Viktor Frankl, psiquiatra austríaco, se hacía todas estas preguntas en su obra maestra “El hombre en busca del sentido”. A partir de vivencias personales en un campo de concentración, Frankl narra cómo una situación externa excepcionalmente difícil da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo.
Es decir, cómo el hombre que acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva añade a su vida un SENTIDO MÁS PROFUNDO. Incluso, bajo las circunstancias más difíciles, puede conservar su valor y su dignidad. Interesante, ¿no?
Volviendo a la actualidad, hace poco hicieron un estudio en donde se le entregaron plantas a residentes de un geriátrico con la instrucción de que se ocuparan de su cuidado, o que le pidieran a la enfermera que se ocupara de regarla. Los residentes que se ocuparon personalmente de la planta, tuvieron en promedio una sobrevida mayor que los que delegaron la actividad.
Simple y rotundo: la estimulación de un grado de propósito en la vida se asocia con una disminución en la mortalidad (Alimujiang y cols., 2019).
¿Cómo hacerlo?
1- Incorporando recursos y técnicas que tengan un efecto sobre el estrés y la calidad de vida científicamente probado, como Mindfulness.
2- Consultando a un profesional de la salud mental para que nos oriente a:
- definir objetivos y prioridades en nuestra vida;
- posponer aquellas actividades que sobrepasan nuestra capacidad de respuesta;
- mantener vinculos de calidad;
- crear y sostener hábitos saludables.
¿Qué les parece? ¿Vamos juntos por una vida con más propósito y sentido?