Desde muy chica me sentí conectada con los demás. Siempre empaticé especialmente con quienes atravesaban momentos de tristeza o de dolor. Y también así de fuerte eran mis ganas de ayudarlos. Esa extrema 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐢𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐲 𝐞𝐦𝐩𝐚𝐭í𝐚 también tenía sus costos. Con sólo 6 años experimente las consecuencias de no poder expresar mis propias emociones, y apareció vitiligo en mi piel (despigmentación asociada al sistema inmune y estrés emocional).
A medida que fui creciendo, tuve que aprender a poner 𝐥𝐢́𝐦𝐢𝐭𝐞𝐬 sanadores como muchas veces los llamo con mis pacientes, porque entendí que mi 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐜𝐮𝐢𝐝𝐚𝐝𝐨 es clave para mi 𝐛𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 y el de los que me rodean. Estoy convencida que lo que decidió mi camino como psicoterapeuta fue remontarme a esa niña con una gran deseo de 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐲 𝐚𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚𝐫 𝐚𝐥 𝐨𝐭𝐫𝐨, y de esa forma, también a mi misma.
Mis primeros pasos en la psicoterapia fueron en la Fundación Aigle en donde gracias al Modelo de Integración en psicoterapia creado por el Dr. Héctor Fernández Álvarez y su tan generoso equipo comencé a formarme como terapeuta de adultos y familias. Gracias al trabajo en red pude ir abriéndome camino e incorporar también otras terapias de tercera generación como el Mindfulness en mi modelo de trabajo.
Hoy, mi deseo de 𝐚𝐲𝐮𝐝𝐚𝐫 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬 sigue intacto en cada encuentro con mis pacientes. Y siento un profundo deseo que todo lo que sé, atraviese el consultorio y pueda conectar con ustedes que me leen, o con quienes buscan herramientas para sentirse bien con sus familias, sus seres queridos, pero por sobre todas las cosas, consigo mismos.
Espero que lo disfruten! Bienvenidos