¡Buen día! Hoy quiero compartir con ustedes esta palabra tan especial del mundo del yoga: AHIMSA.
Ahimsa nos invita a no ejercer violencia hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia la naturaleza. Y por violencia, se refiere a cualquier tipo: física, verbal o mental.
Quizás leemos la frase “no violencia” y pensamos cosas como “yo no soy violento/a”, “esto no me toca de cerca a mí”. Pero se los traigo porque el abordaje de Ahimsa nos enseña mucho. Nos invita a preguntarnos… ¿Cómo me hablo a mí mismo/a? ¿Qué pienso cuando me miro al espejo? ¿Qué espacios de descanso me doy en mi día a día?
Estas preguntas sí nos tocan más de cerca, ¿no?
La no violencia para con nosotros mismos tiene mucho que ver con cómo nos hablamos y qué percepción tenemos sobre nosotros/as mismos/as.
Y algo parecido pasa con nuestra relación con los demás. A veces no hace falta que ejerzamos una agresión física para lastimar al otro. Una palabra o un silencio pueden herir mucho más.
Ahimsa nos invita a considerar al otro como igual a mí, más allá de que piense diferente, o viva de manera diferente a la mía.
Y también aplica para el cuidado que le damos al lugar que habitamos, desde nuestra casa, hasta los espacios verdes que visitamos, ¡e incluso nuestro planeta!
Como les contaba antes, Ahimsa se practica mucho en el yoga. Y esto me hace pensar que practicar Mindfulness es otra vía para incorporar Ahimsa a nuestra vida. A través de Mindfulness, podemos centrarnos en el momento presente y generar pausas para responder conscientemente antes situaciones, en lugar de reaccionar.
En vez de criticarme cuando me miro al espejo, puedo hacer una pausa y luego elegir cómo quiero hablarme. Antes de mandar ese mensaje a mi pareja o a mi jefe, puedo hacer una pausa y pensar cómo quiero responder realmente.
La práctica de la compasión también nos ayuda a mucho a entender que el otro puede tener una realidad diferente a la mía, y por ende, pensar distinto. Nos acerca más a su historia y a sus dolores.