El año pasado realicé una Certificación en Disciplina Positiva. ¿Saben de qué se trata? Es una metodología educativa creada por la Dra. Jane Nelsen, Lynn Lott, Cheryl Erwin y otros para ayudar a los niños y niñas a convertirse en adultos responsables, respetuosos/as y llenos/as de recursos.
Es la filosofía que ayuda a los adultos a entender la conducta inadecuada de los niños, promoviendo actitudes positivas hacia ellos y enseñándoles a tener buena conducta, responsabilidad y destrezas interpersonales.
Una de las razones que más me tentaron para hacerlo fue la posibilidad de aprender a educar con amabilidad y firmeza a la vez. Suena difícil, ¿no? ¡Pero se puede!
La Disciplina Positiva enseña a los adultos a utilizar amabilidad y firmeza al mismo tiempo. Algunos padres son amables, pero no firmes. Otros son firmes, pero no amables. Y después estamos quienes “pendulamos” entre ambos extremos. O somos tan amables que la crianza de nuestros hijos se nos va de las manos (y pueden hacer con nosotros lo que quieren), o somos demasiado rígidos y hasta a veces no nos reconocemos a nosotros mismos y sentimos culpa.
Acá les dejo algunas opciones para cultivar día a día nuestra ma/paternidad, ¡FIRME Y AMOROSA! ¡Vamos por eso!
➡ Siempre validá sus sentimientos. “Sé que te encantaría seguir jugando, y tenés que irte a bañar…”.
➡ Demostrá comprensión. “Entiendo que quieras mirar los dibujitos antes de hacer la tarea. Pero la tarea tiene que hacerse primero”.
➡ Redireccioná su atención. “¿Querés que nos cepillemos los dientes juntos? ¡Carrera 1,2,3 YA!”.
➡ Establecé acuerdos. “Entiendo que te dé fiaca ordenar los juguetes, pero, ¿cuál fue nuestro acuerdo?”.
➡ Brindale opciones. “No queres ir a dormir y ya es la hora de hacerlo. ¿Querés leer un cuento? ¡En cuanto te pongas el pijama lo hacemos!”.